Bueno, al quite el otro "letrado". Con permiso, compañero;
El TEDH dice que la inadmite por el artículo 35. De los 4 apartados, sólo podría encajar en el 35.3: Cuando se estime incompatible con las disposiciones del Convenio o de sus protocolos, manifiestamente mal fundada o abusiva. O sea, básicamente no tenemos ni puta idea porque la inadmite, porque la inadmisión no dice con que disposiciones es incompatible, ni porqué esta mal fundada o resulta abusiva.
Ahora lo que tiene cojones es que si bajas un poco más abajo, el propio Convenio dice:
Artículo 45 Motivación de las sentencias y de las resoluciones 1. Las sentencias, así como las resoluciones por las que las demandas se declaren admisibles o no admisibles, serán motivadas.
Y os quejáis del Prosti y de nuestro poder judicial. Esto ahonda en mi convencimiento de que las instituciones europeas son de "cartón-piedra", como su supuesta democracia. Un precioso y carísimo lienzo decorativo que detrás guarda la más absoluta.... nada.
Letrado, ¿se le ha comido la lengua el gato? ¿Nos puede contar si la corte explicita la razón concreta de la no admisión?
ResponderEliminarBueno, al quite el otro "letrado". Con permiso, compañero;
ResponderEliminarEl TEDH dice que la inadmite por el artículo 35. De los 4 apartados, sólo podría encajar en el 35.3: Cuando se estime incompatible con las disposiciones del Convenio o de sus protocolos, manifiestamente mal fundada o abusiva.
O sea, básicamente no tenemos ni puta idea porque la inadmite, porque la inadmisión no dice con que disposiciones es incompatible, ni porqué esta mal fundada o resulta abusiva.
Ahora lo que tiene cojones es que si bajas un poco más abajo, el propio Convenio dice:
Artículo 45 Motivación de las sentencias y de las resoluciones
1. Las sentencias, así como las resoluciones por las que las demandas se declaren admisibles o no admisibles, serán motivadas.
Y os quejáis del Prosti y de nuestro poder judicial. Esto ahonda en mi convencimiento de que las instituciones europeas son de "cartón-piedra", como su supuesta democracia.
Un precioso y carísimo lienzo decorativo que detrás guarda la más absoluta.... nada.
Pone Daniel, que es mi nombre. Me conocéis más por Marod
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